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Amigo Incógnita: Exhalar



Los amigos siempre están, aunque sean tímidos y la escritura sea una faceta que todos desconocen, incluso uno que ha compartido tanto con esa persona. Por eso, cuando NN me escribió diciéndome que no quería quedarse afuera, otra que una sonrisa. No se si será lo primero que escribe, pero me emocionó que me lo enviara. Para que no le de vergüenza, mantenemos en incógnita su identidad. Entre nos, mil gracias amigo.


Exhalar

Ese clavo de ataúd parecía mirarlo fijo, exhalando sus ultimas líneas de humo hacia el cielo, las que se desvanecían a pocos centímetros a causa de la brisa nocturna.
Toda una suerte que ese aire no le diera de lleno, de lo contrario se hubiese consumido más aprisa.
Mientras lo miraba, casi como una culebra al oír el canto de la flauta, se apoyó contra la pared. En realidad estampó su espalda contra la sucia pared, tal vez meada por los mismos que habían arrojado su ahora ¿futuro? preciado tesoro.
El ser humano dispone de dos manos, pero de muchas necesidades y es curioso lo que sucede cuando se trata de satisfacer los vicios que demanda el organismo.
En su mano derecha tenía la mitad del sandwich de jamón y lechuga raída que había conseguido del tacho de basura, mientras que la izquierda, vacía, era la que le iba a servir de impulso para dar los tres pasos necesarios para llevarlo al cordón y agarrar el consumido cigarrillo.
Dos manos, dos necesidades, un vicio, un estomago vacío, dos opciones. Soltar la comida de un día, darse impulso y agarrar, fumar, aspirar y exhalar, y cuando el pensamiento deja de ser racional solo gobierna el deseo, aunque recordaba esa sensación de calor que podía lograr el humo recorriendo su garganta.
El abrigo, que olía peor que la pared, tomó un nuevo aroma para su colección al apoyarse con mayor fuerza en el muro. El impulso por más que fuese leve, era necesario.
El taco del zapato izquierdo estaba destinado a auxiliar toda la operación, pues fue el que dio mayor impulso…
Cuando uno está destinado a caminar todo el día y muchas veces también de noche, las piernas son masas inertes que se mueven… porque se mueven. Los pies piden a gritos libertad, que es imposible conseguir pues si abandonan su refugio corren el riesgo de terminar en las primeras manos amigables, entonces la solución pasa por andar con los cordones arrastrando por el piso. Por supuesto que es un remedio apropiado para quien camina lento.
Para cuando la suela encontró el cordón, el pie no estaba dispuesto a comunicarlo al resto del cuerpo. Resultado: la jeta contra el piso, mentón sangrando.
Como buen cazador, los ojos no se habían desprendido de la presa, por lo que la mano que una vez sostuvo el pan relleno ahora solo tenía que estirarse, alargar el índice y el mayor, encerrar con ambos la colilla, apretar, llevar a la boca.
Cuando el cigarrillo llegó a la boca se dibujó una enorme sonrisa, que ni la lluvia que empezó a caer logro desvanecer.
Exhalar.





1 comentario:

Netomancia dijo...

¿Y si despinto lo negro? Mmmm... quedate tranquilo! Mil gracias ....... sos un amigazo, desde el primer día.